lunes, 9 de junio de 2014

El transportín y el perro

¿Amigos o enemigos?

Hoy queremos dedicar este post a un elemento muy importante, y normalmente estigmatizado, para nuestro perro, el transportín.

El transportín apareció como un elemento de seguridad en los viajes de nuestros perros, en cualquier medio de transporte. Sin embargo su uso se ha extendido a otros campos como la educación canina.

Si eres de esos guías que usan regularmente el transportín y que observa como tus perros disfrutan de él y lo consideran su espacio sabrás perfectamente de qué estamos hablando. Por el contrario, si ves el transportín como un elemento negativo para el perro, este artículo puede resultarte de gran interés.

El perro al igual que su antecesor, el lobo, prefiere un lugar donde descansar y sentirse seguro. Instintivamente preferirá un lugar donde todos sus espacios (altura, anchura y profundidad) puedan ser controlados perfectamente. ¿Por qué no pensar que podemos ofrecerles el transportín como ese espacio?.

El modo de presentarles el transportín, de hacer que el perro lo conozca e interaccione con él, será básico para que el perro lo relacione como un lugar positivo en el que desee estar, o lo asocie a un sitio negativo que evite en todo momento.

Pautas para la asociación positiva del transportín

Para cualquier perro, a priori, el transportín le generará una sensación de duda y desconfianza. Por ello vamos a hacer que la desconfianza se vaya disipando poco a poco de su cabeza siguiendo pautas como las que a continuación se describen.

1.- Considera que este es un proceso gradual, que se consigue poco a poco.

2.- Nunca introduzcas tú al perro en el transportín, ni tampoco le obligues a que entre. Debes conseguir que él entre por sí mismo.

3.- Coloca el transportín en un sitio donde tú puedas estar sentado al lado, tranquilo y cómodo, y deja su/s puerta/s abierta/s.

4.- Vamos a usar para este proceso uno de los recursos primarios del perro, el alimento. Pon comida delante de la puerta abierta y observa la reacción de tu perro. Si el perro se acerca a cogerla ya estará empezando a asociar positivamente su presencia.

5.- Si la ha cogido con decisión y seguridad, ahora debes repetir el proceso pero poniendo la comida dentro del transportín. En primer lugar la pondremos cerca de la puerta y no en el fondo. La intención es que el perro introduzca su cabeza al espacio para poder acceder a la comida.

6.- Una vez que haya superado ese reto, aumentaremos el nivel de dificultad. Para ello pondremos la comida en un sitio en el que sea necesario que el perro, al menos, introduzca sus patas delanteras para poder alcanzar la comida.

7.- Si también ha alcanzado vencer el paso anterior, ahora sí que tiraremos la comida al fondo del transportín, para que el perro tenga que entrar completamente si quiere llegar a la comida. En este punto debes de saber que las patas traseras del perro son las que suelen aportar más seguridad en su cabeza a la hora de acercarse a cualquier situación que le ofrezca dudas. Por lo tanto es casi seguro que le costará más tiempo introducir las patas traseras del que le costó introducir las delanteras.

8.- Cuándo el perro haya introducido sus cuatro patas en el transportín arroja más comida dentro, en distintos puntos, mientras está cogiendo la comida que le motivó a entrar. Es importante que el perro comience a moverse y explorar el área del transportín encontrando refuerzos positivos mientras tanto.

9.- Sigue usando el transportín, durante unos días, para que el perro tome dentro todas las raciones diarias de comida.

10.- Puedes incluso acondicionar el interior del transportín con algún otro elemento del perro que signifique confort (manta, colchón, juguete, etc.)

11.- Intenta siempre tener algo de comida en algún bolsillo o lugar cerca (pero no accesible para el perro) del transportín. Seguro que observarás que el perro accede de forma voluntaria dentro aunque no hayamos echado comida en el interior. En ese momento felicita su acción con tu voz, acércate y arroja comida dentro.

12.- Nunca avances al paso siguiente hasta que el perro supere el actual con decisión, seguridad y sin titubeos ni dudas.

13.- Cuando el perro es decidido y quiere entrar al transportín es el momento de enseñar un comando verbal que signifique “Entra”.

14.- No olvides que estamos ofreciendo al perro el transportín como un sitio cómodo, tranquilo, confortable y seguro. En esta fase NUNCA uses el transportín como un castigo, porque retrocederás todos los pasos que estás dando día a día.

15.- Cuando el perro entra sin dudas ya por completo en el transportín, mientras acaba la comida que le hemos estado tirando, cierra la puerta del transportín un instante, y arroja de forma paralela comida por los huecos laterales, traseros y delanteros más comida. Cuando dejes de tirar comida, vuelve a abrir la puerta.

16.- Poco a poco iremos aumentando su permanencia dentro del transportín con la puerta cerrada. Para ello también podemos usar su juguete favorito dentro para que asocie toda la situación descrita como algo placentero y positivo.

17.- Nunca ofrezcas premios, caricias, juegos, ni nada que le provoque una excitación emocional cuando abramos la puerta y salga. De ese modo, y de forma inconsciente, le estaremos provocando estrés cuando esté dentro. El estrés nace por desear lo que recibe en el momento de salir.

18.- Si mientras el perro está dentro, con la puerta cerrada, comienza a lloriquear o ladrar porque hemos exigido una permanencia demasiado prolongada en esta fase, no le abras mientras ladra o llore. Intenta distraer su atención con algo externo, y abre una vez que esté callado. Vuelve al punto que consideres que debes de comenzar de nuevo.

Usos del transportín

Viajar: Es el uso más conocido por todos. Indispensable para su seguridad y la nuestra cuando viajamos en coche. Evitamos que el perro se mueva por los asientos, nos moleste mientras conducimos, ladre al ver algo por la ventanilla y que esté seguro y protegido ante cualquier frenazo o incidente que ocurra. En avión y/o barco es obligatorio su uso.

Higiene: Por regla general, al perro le gusta que su sitio de descanso esté limpio, por lo que evitará hacer sus necesidades en él. Por ello puede convertirse en un gran aliado a la hora de educar al cachorro a hacer sus necesidades en la calle, ya que tratará de no hacerlo dentro del transportín.  

Ansiedad y/o Destrozos: Cuando no estamos con el perro, en muchas ocasiones, el perro muerde cualquier objeto que encuentra en la casa. Eso es producto de la ansiedad, del aburrimiento o del exceso de energía acumulada. También cuando se produce el cambio de dientes en los cachorros, estos necesitan morder algo que sacie y calme esas molestias. Aunque se trate de un problema que necesita la ayuda de un profesional, en esos casos el transportín puede resultarnos de gran ayuda. Hacemos que el perro acceda al interior del transportín y le damos algo para que perro pueda morder, masticar y saciar sus ganas de apretar con sus dientes (juguetes  rellenos, huesos de piel, etc.). Luego podremos marcharnos siendo conscientes de que el perro está allí encerrado y que estaremos separados de él el mínimo tiempo necesario.

Eligiendo un transportín adecuado

Existen varios tipos de transportines, cada uno con una función distinta, por lo que lo más importante es saber qué uso le darás al mismo. Una vez definido el uso, es momento de comenzar a buscar el óptimo para tu caso.

Considera el tamaño del perro. El perro debe moverse (no confundir con pasear) sin problemas dentro del transportín, debe poder ponerse de pie, tumbarse de manera natural y poder estirar las patas cómodamente. Piensa que si vas a realizar viajes largos, tu perro debe ir lo más cómodo posible.


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