lunes, 7 de julio de 2014

El oído de los perros

No les chilles, te oyen perfectamente.


Si en el último post estuvimos hablando del olfato de los perros/as, hoy vamos a hacerlo de otras de sus grandes “herramientas”, su oído.

A menudo se puede apreciar a guías que cuando se comunican verbalmente con sus perros/as, en adiestramiento o educación, lo hacen con un volumen muy elevado, mucho más de lo que harían si estuviesen comunicándose con otra persona. Cuando termines de leer este artículo sabrás que eso no es necesario, y que podemos (y debemos) comunicarnos verbalmente con ellos/as a través de una voz tenue y con un volumen mucho más adecuado.
Seguro que también conocemos, directa o indirectamente, casos de perros/as que  detectan la llegada de algún miembro a casa mucho antes de que se produzca. Comienzan a dar muestras de alegría o júbilo bastante tiempo antes de que esa persona entre en casa. Todo ello es debido a su oído, el cual le permite diferenciar (y memorizar) el sonido de los pasos de las personas, de su tipo de calzado, el ruido del motor de su coche u otro vehículo (comprobado en primera persona que también entre coches exactos, del mismo motor, cilindrada, y con sólo unos días de diferencia en su fecha de matriculación). Además esa percepción la realizan a mucha distancia de él.
También su agudeza auditiva explica que a veces un perro/a ladre o se muestre nervioso sin razón aparente para ello. Nosotros no habremos oído el ruido que ellos sí.
Su capacidad auditiva es altísima incluso cuando duermen. En muchas ocasiones, aunque esté completamente dormido/a a nuestro lado, un mínimo movimiento nuestro hará que despierte de inmediato
Los sonidos son muy importantes para la comunicación del perro. Ellos mismos emiten diferentes tipos de sonidos para comunicarse con su entorno, animal y humano. Entre estos se pueden destacar los ladridos, los gruñidos, los aullidos y los gemidos.
El funcionamiento del oído del perro es idéntico en todas las razas de perros/as, aunque existan muchos, y muy diferentes, tipos de orejas.

La cría selectiva para la creación de tantas y tantas razas caninas siempre llevó consigo determinados rasgos físicos diferenciales entre todas ellas. Las orejas han sido la parte del cuerpo que más modificaciones han sufrido. Así, aunque la forma de la oreja debería de ser casi idéntica a la del lobo (su antepasado directo), hoy en día hay casi tantos tipos de orejas como razas caninas.

Este tipo de cría ocasionó que, posiblemente,  la capacidad auditiva varíe de una raza a otra. Las razas que tengan grandes y pesadas orejas (Basset Hound, Bloodhound, etc.) difícilmente tendrán la agudeza en su oído que tienen otras razas con orejas más pequeñas y erectas (Pastor Alemán, Husky Siberiano, etc.).

Aparte, y una vez más, también causó problemas de salud que no deberían existir en los perros/as. Por regla general, en el conducto auditivo externo de un perro no debe crecer pelo. Sin embargo, debido a las alteraciones genéticas realizadas en las orejas han provocado que algunas razas críen pelo en el interior de dicho conducto, siendo necesario eliminarlo mediante depilación para evitar otro tipo de problemas físicos.
El sentido del oído en el perro, al igual que el del olfato, está mucho más desarrollado que el del humano. Los sonidos se transmiten mediante ondas, y la frecuencia de vibración de estas se miden mediante los hercios (Hz). El humano cuenta con un espectro auditivo, aproximado, de 20-20.000 Hz. Los perros, sin embargo, cuentan con un espectro auditivo de 20-65.000 Hz, aproximadamente.  Dentro de este espectro, los perros tienen mayor sensibilidad a la variedad de 500-16.000 Hz. Este último dato explica el motivo por el que los perros no son muy “amigos” de sonidos como el de un cortacésped por ejemplo. Este tipo de aparatos emiten un desagradable sonido de alta frecuencia inapreciable para el oído humano, pero no para el del perro. Para finalizar, el humano tiene 9 músculos para mover sus orejas, aunque la mayoría sólo utilicemos 1 o 2 de estos; el perro, por su parte, tiene 17 músculos.
Queda demostrado, pues, que el oído del perro es superior al del humano. Pueden percibir sonidos en seis centésimas de segundo, detectarlos cuatro veces más alejados que nosotros/as y el doble de agudos de los que el humano puede (por eso no podemos oír los silbatos para perros).
Son muy sensibles a los distintos tonos de voz, respondiendo de un modo muy positivo ante tonos tranquilos, suaves y relajados. Es por ello por lo que siempre se aconseja usar ese tono amable, con voz suave y calmada para premiarles y un tono fuerte y seco para corregirles.

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